Érase una vez en este país… Il était une fois dans ce pays…

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Primero vamos a ver lo que decía nuestro amigo Larra, y luego os contaré una anécdota personal al respecto. / Tout d’abord nous allons voir ce que notre petit ami Larra nous racontait, et après je vais vous raconter une histoire qui m’est arrivée.

Larra nos escribe / Larra nous écrit:
«Encontrele en una habitación mal amueblada y peor dispuesta, como de hombre solo; reinaba en sus muebles y sus ropas, tiradas aquí y allí, un espantoso desorden de que hubo de avergonzarse al verme entrar.

-Este cuarto está hecho una leonera -me dijo-. ¿Qué quiere usted? En este país… -y quedó muy satisfecho de la excusa que a su natural descuido había encontrado.

Empeñose en que había de almorzar con él, y no pude resistir a sus instancias: un mal almuerzo mal servido reclamaba indispensablemente algún nuevo achaque, y no tardó mucho en decirme:

-Amigo, en este país no se puede dar un almuerzo a nadie; hay que recurrir a los platos comunes y al chocolate.

«Vive Dios -dije yo para mí-, que cuando en este país se tiene un buen cocinero y un exquisito servicio y los criados necesarios, se puede almorzar un excelente beefsteak con todos los adherentes de un almuerzo à la fourchette; y que en París los que pagan ocho o diez reales por un appartement garni, o una mezquina habitación en una casa de huéspedes, como mi amigo don Periquito, no se desayunan con pavos trufados ni con champagne.»

Mi amigo Periquito es hombre pesado como los hay en todos los países, y me instó a que pasase el día con él; y yo, que había empezado ya a estudiar sobre aquella máquina como un anatómico sobre un cadáver, acepté inmediatamente.

Don Periquito es pretendiente, a pesar de su notoria inutilidad. Llevome, pues, de ministerio en ministerio: de dos empleos con los cuales contaba, habíase llevado el uno otro candidato que había tenido más empeños que él.

-¡Cosas de España! -me salió diciendo, al referirme su desgracia.

-Ciertamente -le respondí, sonriéndome de su injusticia-, porque en Francia y en Inglaterra no hay intrigas; puede usted estar seguro de que allá todos son unos santos varones, y los hombres no son hombres.

El segundo empleo que pretendía había sido dado a un hombre de más luces que él.

-¡Cosas de España! -me repitió.»

¿Y qué me paso a mí ? / et qu’est ce qui m’est arrivé?

En un lugar del «Sur Sur», de cuyo nombre no quiero acordarme (igual que Don Quijote, de nuestro insigne Don Mibuel de Cervantes), tenía yo que sacarme el carnet de identidad, pues unas manos malintencionadas se habían paseado por mi bolsillo hurtándome la cartera. Estaba pues en la administración cuando debía de hacerme una foto. No llevaba dinero, me habían dejado «pelado». El buen funcionario me dijo que tenía que pagar 13 euros, pero no los podía pagar porque no llevaba dinero. Sin carnet tampoco podía ir al banco a retirar dinero. El buen administrador me dijo que pidiera dinero a una tercera persona. Le indiqué que estaba de vacaciones y que no conocía a nadie. El hombre lleno de buena voluntad me dijo que llamase a mi casa y me hicieran una transferencia, o un envío telegráfico. Este hombre, siendo un funcionario tal ilustrado, ignoraba que sin carnet de identidad nada podía hacer. Al insistir que no tenía otro medio de obtener los 13 euros, le pedí y por favor, que me dejara hablar con su superior. Este me contestó que no era posible, que no estaba ya que se había ido a tomar un café y no sabía cuando volveria. Desesperado y sin solución, una señora del lugar vino a mi auxilio y me dijo, ¡ Señor no se preocupe ! Yo le doy los 13 euros que Vd. necesita. Y me los dio, y prosiguió, es que lo que he visto de este señor funcionario no tiene nombre, ¡ Es que en este País ! Y yo le contesté, pues tiene Vd. mucha razón señora ¡ Afortunadamente en este País, también hay gente caritativa dispuesta a ayudar al prójimo ! Moraleja : En este País encontramos de todo, pero en la administración … Dejo a Vd. queridos lectores saquen sus conclusiones. ¡ Es que en este País !

Cela ne vous est jamais arrivé à devoir renouveler votre pièce d’identité et en panne d’argent,  à la suite d’un vol de votre portefeuil, vous n’avez aucun moyen de retirer de l’argent. eh bien, il vous faut 13€ et vous ne les avez pas! Le fonctionnaire ne vous donne aucune solution, il vous demande d’aller chez votre banquier, de demander de l’argent chez vous, alors que vous vous trouvez en vacances et que vous ne connaissez personne. Comment faire? Et bien une gentille dame voyant votre détresse vous donne les 13€ et c’est grâce à elle que vous pouvez vous tirer d’affaire. Après vous pouvez toujours rajouter: » En este País». Moralité de l’histoire: » En este país» cela peut bien être négatif ou positif» la preuve !